INTRODUCCIÓN
El cáncer es, sin duda, un problema de salud pública global y, a pesar de los esfuerzos realizados, continúa afectando y matando a un enorme número de personas sin distinción alguna. Se ha constituido, por tanto, en un punto de confluencia de las más diversas especialidades biomédicas, y entre ellas no está exenta la historia de la medicina, que muestra los diversos esfuerzos realizados desde hace siglos para identificarlo y enfrentarlo. No es un debate menor el que busca conocer el origen del cáncer, pero no desde una perspectiva fisiopatológica sino como una enfermedad que surge históricamente en un momento y circunstancias determinadas. Esa precisión, de carácter histórico-social, sin duda contribuirá a una mejor estrategia para enfrentarlo como un problema contemporáneo.
EL CÁNCER EN LA PREHISTORIA Y LAS CIVILIZACIONES EXTINTAS
La paleopatología brinda alguna evidencia de lesiones compatibles con el cáncer en humanos desde hace 150 000 años. Se ha postulado que su rareza en la prehistoria se debería a la escasa expectativa de vida, y la mayor incidencia de enfermedades infecciosas, aunque el argumento es rebatido por la existencia de múltiples formas de cáncer juvenil, que tampoco se describen en los registros encontrados.
En las primeras civilizaciones, en Sumeria y Egipto, la interpretación de la enfermedad continuó siendo sobrenatural
En Egipto, la literatura médica ha repetido incansablemente que en dos de los llamados papiros médicos, se reconoce el cáncerpapiro y el de Edwin Smithel papiro de Ebers. Las posibilidades técnicas de médicos egipcios y mesopotámicos los limitaban al tratamiento de afecciones externas, y las diversas heridas o ulceraciones recibían un tratamiento similar y una denominación común, correspondiente a lesiones ulceradas o formas de cáncer. Cuando dichos textos, siglos después fueran traducidos por expertos orientalistas, estos asimilaron los términos que se referían a hinchazones y úlceras con las palabras con que se denominaban en el siglo XIX estas lesiones, llamándolas tumores, y cáncer en otros casos.
En Egipto, la literatura médica ha repetido incansablemente que en dos de los llamados papiros médicos, se reconoce el cáncerpapiro y el de Edwin Smithel papiro de Ebers. Las posibilidades técnicas de médicos egipcios y mesopotámicos los limitaban al tratamiento de afecciones externas, y las diversas heridas o ulceraciones recibían un tratamiento similar y una denominación común, correspondiente a lesiones ulceradas o formas de cáncer. Cuando dichos textos, siglos después fueran traducidos por expertos orientalistas, estos asimilaron los términos que se referían a hinchazones y úlceras con las palabras con que se denominaban en el siglo XIX estas lesiones, llamándolas tumores, y cáncer en otros casos.
LA GRECIA CLÁSICA
Algunos milenios después, en el siglo IV a.C., en los escritos hipocráticos encontramos no solo las primeras descripciones sino también el origen etimológico de la palabra cáncer. En el Corpus Hippocraticum, colección de obras atribuidas a Hipócrates, se menciona unas lesiones ulcerosas crónicas, algunas veces endurecidas, que se desarrollan progresivamente y sin control expandiéndose por los tejidos semejando las patas de un cangrejo, por lo que las denominó con la palabra griega καρκίνος (se lee karkinos) dándole un significado técnico a la palabra griega cangrejo que se escribe igual. De allí, el término pasa al latín como cancer (en latin sin acento) con ambos significados, el del animal y el de úlcera maligna o cáncer en el sentido moderno.
Un ejemplo es el párrafo de Hipócrates dedicado a la ictericia en los Aforismos Hipocráticos: Si en la ictericia el hígado se pone duro es mala señal. Si persiste esa ictericia puede ser debida al cáncer (karkinos) o cirrosis hepática, enfermedades ambas que ocasionan endurecimiento y aumento del volumen del hígado. En otro escrito de Hipócrates, Sobre las enfermedades de las mujeres describe el cáncer de mama, usando también el término karkinos: /.../En las mamas se producen unas tumoraciones duras, de tamaño mayor o menor, que no supuran y que se van haciendo cada vez más duras; después crecen a partir de ellas unos cánceres (karkinos), primero ocultos, los cuales por el hecho de que van a desarrollarse como cánceres (karkinos), tienen una boca rabiosa y todo lo comen con rabia.
El tratamiento del karkinos en época hipocrática era básicamente local y herbolario y, en muchos casos, se recomendaba no hacer nada, hasta que surge Galeno (129-157 d.C.) el sistematizador de la medicina griega, quien considera que las tumoraciones cancerosas son resultado de una alteración del humor bilis negra. Siguiendo la tradición terapéutica se debe ayudar al cuerpo a que elimine este humor alterado para lo cual se usa la cirugía bien sea por exéresis o cauterizando con fuego, pero también sustancias que ayuden a su expulsión.
EL MEDIOEVO Y EL RENACIMIENTO
Los escasos reportes de casos clínicos medievales no muestran evidencias adecuadas de la prevalencia y el tratamiento del cáncer, se describen episodios aislados y la terapéutica continúa siendo herbolaria y local. Un caso conocido es el del papa Gregorio X quien presentaba una lesión cutánea que podría ser un melanoma y que recibió tratamiento con un ungüento a base de arsénico, que lo aliviaría al menos ocho años, hasta que muere por otras causas.
En la orilla opuesta del Mediterráneo los árabes sí asimilan la medicina griega y le dan una forma nueva. Basándose en la idea de expulsar el humor alterado proponen su tratamiento quirúrgico además de la cauterización con fuego y la sangría, con la intención de acelerar la expulsión de los humores corruptos del organismo.
El renacimiento, el cáncer se seguía tratando con medidas generales contra el desorden humoral subyacente;
EL EXTRAORDINARIO SIGLO XVIII
Desde el renacimiento se inicia un movimiento naturalista y progresivamente experimental en la medicina. Los reportes de cáncer son más precisos y se puede distinguir como una especie morbosa diferenciada.
Se deberá esperar hasta el siglo XVIII para que se ordene tanto la identificación de las lesiones cancerosas, ahora sí bien diferenciadas como cáncer, y especialmente su tratamiento con plantas medicinales; un ejemplo es el uso de la cicuta postulada por Storck. Este es un ejemplo y el inicio de múltiples medicamentos secretos que se postulan en la época, tal como los describe Burrows y Cullen , quien en particular incluye la belladona, el opio y otros medicamentos hoy prohibidos.
LAS TEORÍAS MODERNAS
En 1775 Percival Pott señaló la relación existente entre de cáncer del escroto y el polvo de carbón entre los deshollinadores, generalmente niños prepúberes, que luego cuando ya no podían deslizarse por las estrechas chimeneas sufrían unas lesiones En la parte inferior del escroto; donde produce una llaga superficial, dolorosa, de mal aspecto con bordes duros y elevados que en poco tiempo invaden la piel del dartos, y las membranas del escroto, y alcanza el testículo, que crece y se endurece
Cuando llega al abdomen, afecta alguna víscera y pronto se vuelve dolorosamente destructivo.
En 1855 Rudolph Virchow, quien había demostrado que toda célula proviene de otra célula, sugirió que las células cancerosas debían derivar de otras células. Su discípulo Julius Cohnheim desarrollaría posteriormente la idea. Los hitos posteriores son importantes: Johannes Müller observó el carácter desordenado de las células cancerosas. Henri Le Fran observó la diseminación por los nódulos linfáticos y de allí a la circulación general, mientras que Wilhelm Waldeyer mostró en 1800 el rol de los émbolos sanguíneos pasando del tumor a los vasos y linfáticos.
En 1911 Peyton Rous aisló el sarcoma en el pollo y lo trasplantó a otros a través de un preparado filtrado carente de células iniciando así la teoría viral del origen del cáncer; mientras que Dennis Burkitt en África central encontró un linfoma que solo existía en ciertos climas y ambientes por lo que sugirió un virus transmitido por mosquitos. Años después se encontró el virus EB oncogénico de la familia de los herpes virus pero luego se descubrió que este mismo virus daba origen a diversos canceres en otros lugares, como el carcinoma nasofaríngeo en China.
LA TERAPÉUTICA DEL CÁNCER EN EL SIGLO XIX
A comienzos de siglo XIX se impulsó un pensamiento terapéutico contra el cáncer basado en su cauterización. Muy diversos agentes fueron utilizados por los médicos como una alternativa a la escisión quirúrgica.
Una, es la propuesta por Canquoin en 1838 utilizando el cloruro de zinc (25). La intención era formar una escara lo más precisa posible que solo afectara la lesión cancerosa y no otros tejidos. La pasta de Canquoin, se convirtió en un procedimiento ampliamente usado ya no solo para el cáncer sino, con ligeras variaciones, para el tratamiento de todo tipo de lesión ulcerosa. En 1.850 surgieron otros métodos como el de Rivaille con ácido nítrico solidificado, y otros métodos incluso para cánceres específicos como el método de DFilhos . Uno de los más destacados cirujanos franceses de la época Velpau evaluó críticamente la cauterización concluyendo que a pesar de diversos inconvenientes era un método recomendable no solo en forma aislada sino a continuación de la cirugía. Son muy descriptivos los nombres de diversos compuestos utilizados entonces: Beurre dantimoine o manteca de antimonio; Caustique de Vienne basado en cal y potasa, y el Caustique Filhos, generalmente mal traducido como hijos cáusticos cuando en realidad hace referencia al propulsor de este preparado de potasa el Dr. DFilhos. El mismo recomienda un preparado que denomina Caustique noir , basado en ácido sulfúrico mezclado con azafrán molido para darle consistencia pastosa.
e la I Guerra Mundial a la quimio
¿Quién diría que las contiendas nos permiten lograr avances médicos? Lo cierto es que la ciencia en guerra se ha desarrollado en tiempos muy difíciles, consiguiendo inesperados beneficios. Uno de los más destacados es, sin duda, la llegada de laquimioterapia.
Durante la I Guerra Mundial, cientos de soldados sufrían los efectos del temido gas mostaza. Este agente químico, utilizado por primera vez por el ejército alemán en la ciudad de Ypres, era capaz de destruir la médula ósea.
La quimioterapia se desarrolló gracias a la investigación del gas mostaza
En 1942, científicos de la Universidad de Yale decidieron investigar el por qué. Comprobaron que el gas mostaza era un compuesto alquilante, capaz de modificar el ADN de nuestras células. Estudios posteriores derivaron en el desarrollo de fármacos quimioterápicos como el clorambucilo, el melfalán o el busulfán, ampliamente usados en el tratamiento de leucemias, linfoma o mieloma. Había nacido la quimioterapia.
El bebé curado con radioterapia
Gordon Isaacs tenía sólo siete meses cuando su madre le llevó al pediatra. La revisión médica no levantó sospechas, pero Helen sentía que algo no iba bien. Notaba que en la mirada de su hijo había algo extraño. Sus sospechas eran ciertas. En 1955, un oftalmólogo descubrió que el niño sufría retinoblastoma doble en ambos ojos, un tipo de tumor infantil en el que las células malignas afectan a los tejidos de la retina.
Los tratamientos existentes resultaban completamente amenazadores. Podían optar por extirpar quirúrgicamente el tumor, lo que dañaría para siempre la vista del bebé. Tal vez deberían probar con radiación de cobalto. Ninguna de las soluciones parecía remediar el problema que sufría el pequeño Gordon. Entonces llegó el visionario Henry Kaplan, un médico pionero en el campo de la radiobiología.
Kaplan decidió emplear aceleradores lineales que podían atacar a los tumores de Gordon, minimizando el daño de los tejidos no afectados. Había un único problema: jamás habían sido usados en un paciente real. Menos en un bebé. Helen decidió aceptar la propuesta del médico, que conllevaría la hospitalización durante seis semanas, en las que el niño tendría que ser anestesiado a diario para recibir su dosis. Así ocurrió el nacimiento de laradioterapia, que luego sería aplicada con éxito por Kaplan en el tratamiento del linfoma de Hodgkin.
El tabaco es cancerígeno
Sucedió en 1970. El presidente Richard Nixon anunciaba la prohibición de los anuncios de tabaco en radio y televisión. La medida era la respuesta -tardía- a un informe presentado seis años antes por Luther Terry en una histórica conferencia de prensa. En aquella rueda los resultados del documento Report on Smoking and Healtheran claros: el tabaco producía cáncer.
Las primeras sospechas sobre el tabaco se dispararon en 1939. Algunos científicos comenzaron a alertar de que el tabaco podía ser un potente agente carcinógeno, pero las presiones de la industria tabacalera fueron demasiado fuertes. Hoy en día sabemos que el hábito de fumar es responsable del 90% de los casos de cáncer de pulmón. Para algunos, por desgracia, esta estadística llega demasiado tarde.
Los tóxicos ambientales
El mismo año en el que moría de cáncer Alfred S. Bloomingdale, inventor de las tarjetas de crédito, el gobierno de Estados Unidos informaba a los habitantes de Times Beach (Missouri) que su ciudad estaba contaminada por unos tóxicos ambientales. Como consecuencia, la localidad debía ser evacuada y demolida de manera urgente.
Times Beach se convirtió así en un símbolo de los efectos ambientales en nuestra salud. Los tóxicos culpables eran dioxinas, que habían sido vertidas en carreteras sin pavimentar de la zona. Hoy en día la Organización Mundial de la Salud reconoce la elevada toxicidad de estos compuestos químicos, que despoblaron esta región de Estados Unidos.
Una carrera para la esperanza
La lucha contra el cáncer no ha estado exenta de dificultades. Tal vez quien mejor represente estos obstáculos sea Terry Fox, el deportista canadiense que encabezó la maratón por la esperanza. A la temprana edad de 19 años, Fox fue diagnosticado con osteosarcoma, un tumor maligno que afectaba a su rodilla. Los médicos no pudieron hacer más que amputarle la pierna, para luego aplicarle un tratamiento a base de quimioterapia.
Terry Fox logró concienciar a la sociedad de la importancia de la investigación
Terry Fox supo de aquella que la administración de quimioterápicos le permitía tener un 50% de posibilidades más de vencer al cáncer. Pero ése no era el porcentaje más sorprendente. Sólo dos años antes, sus oportunidades se reducían al 15%. Ahí fue donde el atleta comprendió la importancia de la investigación contra el cáncer. Con el objetivo de recaudar fondos para la ciencia, en 1980 comenzó a cruzar Canadá de punta a punta.
En total recorrió 5.373 kilómetros en 143 días. Su maratón para la esperanza recaudó en la época 1,7 millones de dólares. Fox había vencido, mostrando lo importante que era financiar la investigación de esta enfermedad. Por desgracia, no pudo ganar su batalla personal. En 1981, fallecía por complicaciones del cáncer. Terry Fox se convertía en un verdadero símbolo, y en un ejemplo de esperanza para millones de pacientes en todo el mundo.
Julián
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