viernes, 15 de julio de 2016

LO PEOR: QUE PEDIMOS TRABAJO.

Lo peor de todo es que lo que pedimos es trabajo. ¿Renta básica universal?, ¿ayudas a alquileres sociales?...  Estos son recursos para unas personas que han sido golpeadas por los problemas que sean y puedan mantener una vida digna.


Repito, lo peor es que pedimos trabajo. El mayor insulto, proveniente de la soberbia mas fatua de los gobernantes, es hablarnos como si fuéramos seres indefensos que suplicamos una salvación. Cuando los políticos en su mayoría, apostaríamos, que han vivido desde siempre en un mundo alternativo de fantasía en el que no es necesario el trabajo y, ni mucho menos, las ayudas sociales. Esta élite de gobernantes están más preocupados por sus entramados políticos que por aportar soluciones en cuanto al empleo se refiere. No nos interesa ningún discurso de ningún dirigente que no hable de soluciones para la gente. No nos interesan sus opiniones sobre el resto de políticos, sus ataques personales entre ellos, es decir todo lo que denota la inconsciencia de estos aspirantes a salva patrias.


Si entramos directamente en economía, la globalización de ésta hace que los países ricos del primer mundo precisen cada vez más de personal extranjero; primero, para hacer crecer su empresa con personal cualificado de otros países y personal cualificado, pero no con tanta suerte y no cualificado para realizar tareas que no quieren hacer los autóctonos.


Los menos desarrollados ven como sus cerebros se fugan a los más desarrollados en dinero y medios. Sus dirigentes incapaces de imaginación y llenos de estereotipos económicos, políticos y sociales, sólo han sabido crear, hasta antes de la crisis, funcionarios en puestos que nadie sabe para que sirven o para funciones que puede hacer uno solo, subir los impuestos, para pagar a estos funcionarios, pedir ayudas a países ricos, a pesar de que eso engordaba la deuda pública. Los autónomos, medianas empresas y todos los que tienen nóminas sobreviven y/o malviven agobiados con impuestos para llenar unas arcas, casi siempre en déficit, precisamente por la falta de contribuyentes que puedan pagar esos impuestos.


Es un círculo vicioso que no va a ninguna parte, si no es para perder la soberanía económica y, al depender de otro país para comer, la independencia política, y la soberanía de hecho.


José María e Ignacio.

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