Voy buscando tu pelo en las calles arrasadas por el viento, vacías, en las espaciosas avenidas y en los estrechos pasadizos, busco siempre la trenza que ensalza tu pelo, el lazo que lo mantiene retenido, busco tu sonrisa mas allá del infinito, allí donde se alinean las estrellas con su luz iluminando las aceras.
Te busco por caminos tortuosos llenos de silencio e inquietud, por senderos perdidos que la vista no encuentra, por zonas prohibidas sin señalizaciones ni advertencias, por pasaje lúgubres llenos de mendicidad y soledad, te busco como un pájaro busca su silenciosa libertad, cruzando espacios imposibles que se elevan sobre nuestras mustias cabezas.
Te busco en el cautiverio de mis celdas, allí donde la luz se cuela sobre los barrotes, en la sonrisa detenida de tu rostro, que a veces se torna gris y rota como una melodía desafinada, en la negación tajante de tu cabeza, en mi ofrenda rechazada, en mi regalo confeccionado con los hilos de mi corazón, cuerdas de guitarra que entonan melodías tristes como retoños de invierno.
Corazón enamorado, humillado, pero aun así me empeño en alcanzar tu pelo, en tocarlo, palparlo, sentirlo, sentirte próxima. Tu belleza imperturbable a través del tiempo, tus ojos color cielo, el fragmento inalterable de tu sonrisa, como un sol posado en tu ventana.
Desconcierta tu cercanía, tensa la respiración del aire, estremece un surco agónico de felicidad, y en las vertientes inclinadasaparece de una vez como una certeza.
No seas voz que calla ni imagen que desaparece en la lejanía, cógete a mi mano y volemos juntos a descubrir mundos nuevos.
Ignacio Pérez Jiménez.
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