Zoe llamó a la puerta de una cabaña perdida en lo más profundo del bosque. Estaba asustada con sus vestimentas hechas harapo, herida, sucia, hambrienta y con una sensación de fatiga por lo vivido en su aldea.
Daniel abrió la puerta con mucha tranquilidad observando a la chica con determinación y curiosidad, llevaba el torso al descubierto, musculoso, bronceado. Solo llevaba unos vaqueros bastante usados. Ambos se miraron con atención.
- Pasa. Aquí estas a salvo.- las palabras le salieron de golpe al ver sus ojos húmedos, a punto de llorar, buscando seguridad. Mostraba terror, pero no de él. Algo horrible había vivido a su temprana edad, 17 años. Un sentimiento que no había experimentado en toda su vida la envolvió por completo, deseaba protegerla de cualquier cosa o persona que la hubiera hecho huir despavorida de su hogar.
Ya había pasado un mes de su encuentro. Apenas había hablado de su huida desde que llegó a la cabaña, pero por alguna razón empezó a hablar ahora.
- ¿Crees en los vampiros? - Un hilo de voz emanaba de su garganta. Sin dejar que le respondiera continuó sin mirarle, como si hablase para ella pero muy suave.
- Yo si, desde hace tan solo un mes. Pensé que solo eran producto de la imaginación de quien escribe sobre ellos, pero me equivoqué. No son como describen, sino que están alrededor de nosotros sin darnos cuenta. Solo quería vivir lejos, vivir sin miedo en mi propia casa y llegué a aquella aldea pintoresca de pura casualidad. Por primera vez me sentí en mi sitio, querido e integrada en un lugar, normal y no ser esa rara, hasta la noche que llegué aquí. Vi a mis amigos chuparle la sangre a un campista. También los vi correr tras de mi, pero antes de alcanzarme grité a los cuatro vientos quienes eran y lo que habían hecho, y toda la gente de la aldea salió de sus casas, tiendas y bares, pedí a gritos auxilio pero en ese momento empezaron a rodearme, enseñándome sus colmillos mientras perdía el conocimiento.- Hizo una pequeña pausa.
-Andrés, uno de mis mejores amigos desde que llegué al lugar, me cogió de la cintura y me sacó de allí. Todos furiosos, como perros de caza ante un conejo, venia a por mí. El me hablaba pero mi cabeza estaba en la matanza de aquel joven tan agradable. Andrés se enfrentó a todos por mi, me dijo que estaba enamorado, que nadie me iba hacer daño mientras pudiera impedirlo. Me llevó lejos de allí y me dijo que corriera y que algún día me encontraría, me mordió en el dedo y me dijo: "Tu sangre me llevará a ti".
-Andrés, uno de mis mejores amigos desde que llegué al lugar, me cogió de la cintura y me sacó de allí. Todos furiosos, como perros de caza ante un conejo, venia a por mí. El me hablaba pero mi cabeza estaba en la matanza de aquel joven tan agradable. Andrés se enfrentó a todos por mi, me dijo que estaba enamorado, que nadie me iba hacer daño mientras pudiera impedirlo. Me llevó lejos de allí y me dijo que corriera y que algún día me encontraría, me mordió en el dedo y me dijo: "Tu sangre me llevará a ti".
Su carita empezó a llenarse de lagrimas y a la vez de terror. En ese momento Daniel le comentó que él era un hombre lobo y que se encargaba de matar a todo aquel vampiro que se acercase a su zona, y que se quedara tranquila.
Ella se levantó, se abrazó a Daniel y le propinó un apasionado beso.
Danae.
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