Lo bueno de la caída del bipartidismo en nuestro país está empezando a notarse nada más comenzar esta legislatura y tras la investidura de este gobierno en minoría. Comenzamos una etapa fascinante donde nos podemos olvidar de esas formas de gobernar sin negociar absolutamente nada, donde se hacía lo que le venía en gana al gobierno de turno, fuese del color que fuese.
Hoy el arco parlamentario está más repartido entre las viejas opciones de antaño y algunas nuevas que han salido a la luz estos dos últimos años, que han recogido parte del descontento ciudadano con lo vivido anteriormente. Y esto, queramos reconocerlo o no, es lo mejor que le podía pasar a este país. La consecuencia principal, la obligación del gobierno a negociar cada paso que vaya a dar, cada escalón que tenga que subir, cada estrella que quiera alcanzar, y todo para el beneficio final de la ciudadanía, es decir, nosotros.
La paralización de la LOMCE, enésima reforma educativa, la anulación de las revalidas y la vuelta a la anterior selectividad para aquellos que acaban el bachillerato, así como el debate sobre la derogación de la llamada Ley Mordaza, que tantos derechos ciudadanos ha conculcado, son una muestra clara de lo que va a pasar esta legislatura, claro está, hasta que se harte el gobierno del PP.
Luqca.
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