En tus sonrisas abiertas y sinceras se desparraman una suerte de mundos armónicos y joviales de propiedades inconmensurables.
Tu pelo es del color de la noche,
en tus ojos brilla un candil encendido
que guía al perdido al encontrar su camino.
Desde la distancia se distingue una luz firme y poderosa,
el poder de tu cercanía,
luz colorida y fresca que como en una habitación fría el espíritu reconforta,
luz que como la luna va resistiendo el duro tedio de la noche oscura.
Sol en tu mirada,
me entusiasmo con la recompensa de tu cariño,
de un futuro compartido,
cuando el temporal arrecie y el frió cale las almas
dejando su amarga imprenta.
Nuestras manos se entrelazan
como una solida muralla que rechaza cualquier mal
dejando la fortaleza interior bien surtida de calor y amor.
Tus palabras son resonancias mágicas que agitan
el espacio entre tu y yo,
vestidas de tu voz,
que se agitan bulliciosas como candiles encendidos en la oscuridad.
Ignacio Pérez Jiménez.
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