jueves, 17 de marzo de 2016

DOS VISIONES DISTINTAS DE LAS VI OLIMPIADAS DEPORTIVAS DE SALUD MENTAL SEVILLA.

El ciclismo es un deporte, como todos, muy sano física y mentalmente, pues ayuda a relajarnos y sentirnos mejor. Ayer tuvimos una bonita jornada en la que nos reunimos para la VI Olimpiadas Deportivas de Salud Mental de toda la provincia de Sevilla, donde pudimos disfrutar de varias actividades, entre las que estaba una ruta en bicicleta.

Salimos desde el "Cortijo del Alamillo", en el parque del mismo nombre, hacia la pasarela que lo une con el parque de "San Jerónimo", circulando por las dos orillas del Guadalquivir en plena ciudad de Sevilla. La mañana fue muy divertida, hablando con muchos compañeros mientras nos acompañaba un día magnifico, de esos azulados y mucho calor. Al final de la jornada pudimos disfrutar de una exhibición de Trialbike que realizó José Manuel, uno de los monitores de Salud Mental que ha sido campeón de España de esta modalidad. En definitiva, una gran e interesante mañana.

Sin embargo, no a todos les resultó la mañana que esperaban. El parque del Alamillo es un paraíso natural al pié de la ciudad, lugar de recreo y esparcimiento de toda Sevilla. Pero mi mañana no la viví con la misma intensidad y placer como la ha descrito mi compañero de redacción. Para empezar fue un choque encontrarme con un buen número de personas con los que no pude evitar hacer comparación conmigo. Personas que vinieron de toda la provincia de Sevilla y de todos los dispositivos tanto del SAS como de FAISEM, una variedad enorme de situaciones distintas que muchas de ellas chocaban con el nivel que considero tengo yo.

Participé de forma activa de dos actividades, el juego del Paracaídas y al juego de la Petanca. El primero de ellos me resultó inquietante, no sabía en que consistía y ello me produjo una sensación de temor y de enfrentarme a muchos de mis miedos; el segundo juego me fue atrayendo poco a poco e hizo que me olvidase temporalmente de las sensaciones del primero. Posteriormente dejé de participar, comí mi bocadillo, fruta que me ofrecieron y una cerveza sin alcohol. A partir de ahí agudicé mi observación hasta que me marché, pero me llevé la reflexión a mi casa y pasé una tarde de coco y miedo. Pero bueno, aquí estoy compartiendo esta opinión con vosotros por si os sirve de algo, y por si algunos tuvisteis las mismas sensaciones que yo.

José Antonio y Lorenzo.

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