De pájaros unidos volando esta llena tu mirada, esmeraldas y rubíes tu pelo, ojos llenos de esa luna redonda y precisa que cada noche se eleva
en el cielo para contemplar la ciudad desde su puesto de vigía nocturno.
Es la luna
solitaria el codigo de tus besos, utopia de un amor inalcanzable, estrella fugaz que se nos escapa de la mano cuando mas deseamos
asirnos a ella.
Nuestro amor, union de figuras fragiles que encuentran su consuelo en la persona de otro, olas que llegan apacibles a la orilla con eco de
poesia marina despues de la tormenta, eco furioso y
traicionero, embarcaciones sorprendidas por la rabia del oleaje
embravecido, severo, viandantes de senderos donde paseaban los
enamorados y cuyas alamedas romanticas se pierden en la memoria de
los amantes, lugares de parcelas cerradas y cadenas
levantadas, bifurcándose en distintas direcciones, confundiendo
nuestros sueños, poesias de amor olvidadas, sonetos de primavera que
se transforman en inviernos duros, recintos de palabras
vacias tan inexpresivas como su propia invisibilidad, corazones
atrapados a inviernos febriles cubiertos por la helada escarcha de
la mañana, tejados empapadoss de la tristes lagrimas que derrama la
lluvia, pueblos blancos que adornan los montes con
su sencilla pequeñez, casas que
brotaron del seno de los montes con campesinos que solo
esperaban un refugio al resguardo de un buen fuego.
Tengo en el corazón el reflejo de tu voz, mientras tu imagen se
distorsiona como una flor marchita, y el ruido
callado de la soledad sera testigo de nuestra defnitiva separacion.
Que no entren ya mas bandadas de pajaros con sonetos de amor colgados
de sus alas abiertas al viento. Que mi corazon ha aprendido ya que
es la desdicha del desamor.
Ignacio Pérez Jiménez.
Ignacio Pérez Jiménez.
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