Hay
princesas por doquier, princesas rubias, princesas morenas, princesas pelirrojas, princesas que se asoman al espejo para pintarse los labios antes de salir,...
Las
princesas tienen al amanecer el sol
asomando en la mirada. Las
princesas comparten con generosidad. La suavidad de sus palabras es
comparable a la de las tibias pieles donde dejo remarcados mis
besos, en mejillas redondeadas perfectas.
Me
gusta el tono afectuoso de vuestras palabras. Expresáis amor con
cada detalle, con cada gesto, unión idílica de romanticismo y amores ideales, que van quedando almacenadas en la memoria de los hombres y
el tiempo.
Que
maravilla ser príncipe en vuestro mundo de princesas. Reconozco que mi caballo
no es hermoso, ni pertenece a una raza de alta alcurnia, soy frágil como los papeles donde se escriben los sonetos de los desenamorados
que no llegan a ningún destino, salvo la soledad insondable que
reina detrás de muros.
Me siento bien en vuestra compañía. Que feliz soy queriendo vuestras voces, y vuestros cuerpos. La ternura de vuestras caras, llenas
de gesticulaciones, de signos que indican un emocional mundo
interior, a veces barrido por el dolor y otras invadidos por la
alegría más radiante y fresca, pero siempre frágil y vulnerable,
se os nota como una señal que no podéis ni queréis
negar.
Ignacio Pérez Jiménez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario