Hoy hemos leído una entrevista en uno de los diarios que solemos repasar en la que una madre nos relata como al convivir con un hijo transexual le ha hecho sentirse como una ciudadana de segunda categoría. Hoy reflexionamos sobre ello y la falsa moral que impera en nuestra sociedad. Aquí os dejamos nuestra reflexión.
La transexualidad, desgraciadamente, en la época en la que vivimos sigue tratándose como una enfermedad, como algo que falla en la propia persona, y sobre todo, como algo negativo ante la Iglesia y personas de a pié. Más doloroso aún cuando son niños, ya que llega a ser muy duro, segregados y etiquetados como "mariquitas" y que les hace tener un sentimiento negativo sobre su propia persona.
Parece, pues, mentira que en pleno siglo XXI se sigan mirando de forma rara a quienes no cumplen el canon de la "normalidad". Los homosexuales y transexuales no son tratados con la misma normalidad que la gente de la calle sin etiquetas. Los transexuales no están en el cuerpo de otro, esto no es cierto lo mismo que no lo es que aparezca de forma mágica a los dieciocho años. Lo que sucede es que vivimos dependiendo de la arbitrariedad de jueces y sus creencias.
Carmen y Lía.
1 comentario:
Nosotros creemos en las buenas personas ¿qué más da con quién se acuesten y con quién se levanten? ¿qué más da que sean blancas, negras, amarillas o marrones?. RESPETO POR LA BUENA GENTE SEA COMO SEA Y PIENSE LO QUE PIENSE.
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