miércoles, 11 de diciembre de 2013

SOMBRA Y LUZ.


A la hora del atardecer, cuando las manecillas del reloj caen vencidas por la luz  de la tarde, tu pelo rubio se torna cobrizo y se despliega en mil direcciones distintas, que llenan con su sonrisa los verdes prados, preparándose para el cambio diario de sus túnicas revestidas de verde con sus atuendos oscuros propios de la noche.

La noche oscura no entiende de colores y vierte su oscuridad inundándolo todo, devorando con su infinita negrura desde el pozo solitario en la mitad del sembrado, olvidada por el labriego que ya descansa su trabajo, hasta la flor que por minúscula se avergüenza en presencia de la luna cubriéndose con sus pétalos.

Un circulo dorado y resplandeciente rompe la monotonía  de tanta negrura y decora el cielo con un sinfín de estrellas relucientes, hermanas pequeñas de la luna que se disputan su puesto de emperadora nocturna que ahora ocupa la diosa Selene, que se sienta en su trono cada noche para hacer más hermosa la sombra que sobre el mundo se cierne.

Y ahí prevalecerá la sombra  hasta la llegada del triunfante sol que desvanecerá los temores de las almas calladas, mientras las flores y el cielo se inundarán del éxito de la victoria contra las oscuridades en un ciclo que  repite eternamente cada día.

Ignacio Pérez Jiménez.

1 comentario:

Blog Unidad Rehabilitación Salud Mental Hospital Macarena dijo...

que después de la oscuridad de la noche siempre viene un amanecer. Muy bonito este artículo y su mensaje.