"Con
tranquilidad, sin huir y con el agradecimiento de los vecinos". Estas son
las razones que han llevado a Antonio Feliz a pintar las paredes de la mayoría
de las casas de Castrogonzalo, una aldea de Zamora que apenas cuenta con 495
habitantes. Todos ellos, "encantados" con lo "precioso" que
el grafitero está dejando el pueblo.
Arte
urbano acogido con orgullo y entusiasmo en el medio rural. Antonio Feliz
(Zamora, 1978) trabaja como profesor de español para extranjeros pero se dedica
a pintar. "Desde 1997 en murales y en Castrogonzalo comencé en 2006",
cuenta. Las calles de este pueblo de la comarca de Benavente y Los Valles ya no
se llaman por su nombre sino por las pinturas que se observan en ellas.
"Ha cambiado incluso la terminología: la casa de la plaza del Muelle se
conoce como la casa de los pollos", explica Feliz en referencia a una casa
en cuyas paredes un zorro se dispone a atacar a un grupo de gallinas y sus
crías. Curiosamente, Muelle fue uno de los ilustradores callejeros de
referencia en la Madrid de la década de los 80.
Frente
a las multas de hasta 6.000 euros a las que se enfrentan los grafiteros en
Madrid, el alcalde de Castrogonzalo, Francisco Fernández (PP), se muestra
orgulloso con la obra de Pársec (nombre artístico de Antonio Feliz), a quien
defiende que "hay que darle facilidades". El edil luce en una nave de
su propiedad la pintura de unos galgos y una joven por la tradición montera de
la zona. En esta localidad nunca se ha sancionado a los grafiteros, "antes
de Antonio, si se pintaban bobadas se borraban, pero nunca se ha multado".
Los
vecinos, además, valoran "muy positivamente" este arte. María
Socorro, por ejemplo, exclama: "El pueblo está precioso y gracias al
trabajo de este chaval extraordinario viene mucha más gente". "Los
vecinos se fían de lo que ilustro en sus fachadas, nunca me han puesto
problemas e incluso charlo con ellos mientras pinto. Pintar aquí ofrece un
punto de vista humano que no te da la ciudad", relata Antonio Feliz, que
costea todos los materiales.
El
ambiente no tiene nada que ver. La tensión de la urbe cambia por una
"sensación fantasmagórica que incluso da miedo y te hace pensar",
continúa Pársec mientras describe sus sentimientos cuando pintó en Otero de
Sariegos, una localidad deshabitada de Zamora. "Mi trabajo tiene una
intención: volver a mirar a lugares desolados, abandonados por los jóvenes en
busca de trabajo. El campo es duro y hay que entenderlo", sostiene.
Sus
grafitis incluyen siempre un guiño cultural, como la chica de la calle Ronda de
Caracol, que homenajea al japonés Takashi Murakami, el "pez pescado"
que decora la pared de unas lagunas de pesca deportiva o Don Carnal y Doña
Cuaresma, una referencia literaria al Libro de buen amor del Arcipreste de
Hita. "Todas son autónomas y dependen del lugar y el momento". Para
realizarlas, Antonio utiliza latas y pintura plástica y se sirve de pinceles,
rodillos y extensores.
Hasta
Castrogonzalo se ha desplazado el grupo de Madrid Art Street Project, que lleva
un año organizando 'safaris urbanos' (excursiones guiadas para conocer el arte
callejero de Madrid) y este verano cambió de contexto para conocer la obra de
Feliz en el medio rural. Parsec compartió su estilo de vida con unas 30
personas. Entre ellas, ilustradores de referencia en la ciudad como Guillermo
de la Madrid (Escrito en la pared) o Lázarototem, que también asaltaron el muro
para dejar su huella en mitad de la nada
y de todo.Luqca.
Extraido del periodico "20 Minutos".
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