¡Hola!. Mi nombre es Manuel y hoy os voy a contar un fragmento de mi vida cuando era pequeño.
Empezaré por deciros que en mis cuarenta años he pasado por muchas situaciones, muchas de ellas muy difíciles. Hoy aquí os contaré una que no lo fue tanto pero que me trae al recuerdo una bonita anécdota de mi infancia.
Cuando era pequeño, una vez que me fui a vivir al Polígono Sur, tenía un buen grupo de amigos, con ellos solía jugar en una de las plazoletas del barrio o, en ocasiones, nos íbamos a la orilla del río Guadaira sobre todo para llenar la jornada con aventuras. Cazábamos sapos, serpientes y cogíamos cangrejos de río, incluso jugábamos a dar saltos desde el puente de hierro que utiliza el tren a la altura del club Pineda, y nos poníamos debajo para escuchar el ruido que hacía el tren al pasar.
Uno de esos día de "cacería", llegamos a encontrarnos una serpiente de algo más de metro y medio echada en una roca, nos "armamos" de palos y piedras y conseguimos matarla, la metimos en una caja y nos la llevamos a la plazuela del barrio. Una vez allí abrimos la caja y nos dimos un gran susto al descubrir que además de la serpiente, apareció una rata, fue cuando nos dimos cuenta que la serpiente no se movió cuando llegamos con palos porque estaba digiriendo la rata.
Saludos.
Manuel Armentero.
1 comentario:
Bonita historia infantil compañero... pero poco ecológica, te pareces a Harrison Ford cuando buscaba el arca perdida.
Publicar un comentario