Que Salud Mental ha dado pasos agigantados durante estas tres últimas décadas es todo un hecho incontestable. El cambio de paradigmas en la atención a los usuarios ha sido radical, hemos pasado de la atención en centros prácticamente cerrados, "casi" carcelarios (los ya antiguos hospitales psiquiátricos) a la llamada Atención Comunitaria, auspiciada por la Ley general de Sanidad de 1986 y puesta en marcha en la posterior Reforma Psiquiátrica de finales de los 80 y principios de los 90.
Indudablemente tenemos que aplaudir este avance que ha supuesto que la persona, diagnosticada por los servicios comunitarios de salud mental, permanezca con mucha más garantía integrado en su comunidad.
Pero no por lo expuesto anteriormente debemos dejar de analizar algunos de los déficit de este modelo, que los tiene. La durisima crisis económica que estamos viviendo desde el 2008, ha afectado a la positiva evolución que veníamos viviendo y trabajando y ha parado en seco la tan cacareada Integración de personas con Trastorno Mental Grave (TMG) en la comunidad.
Los recortes presupuestarios y, posiblemente; el cambio en la gestión de los dispositivos (Unidad de Gestión Clínica) ha provocado una ralentización del proceso de Integración social y comunitaria de los usuarios de los servicios. Basados estos en la novedosa atención "Sociosanitaria", los recursos humanos aportados, mostraban una desproporción favorable a los profesionales sanitarios en contraposición de los profesionales del ámbito social (Trabajadores sociales y Monitores fundamentalmente), encargados del transito hacia la integración en la comunidad.
La falta de un mayor número de estos profesionales en los servicios públicos supone, no solo un incumplimiento de objetivos primordiales, también la sobresaturación de tareas y actividades de este reducido colectivo así como una merma en la calidad de la atención prestada.
Durante estas tres décadas, este menguado grupo de profesionales, han trabajado comprometidos vocacional y fielmente en pro de mejorar la salud mental de los andaluces, faltos no solo de reconocimiento institucional sino también de recursos humanos, materiales, económicos y formativos, sin dar lugar al desaliento.
Cuando desde muchas instancias se solicita la mejora en la atención en salud mental con la introducción de psicólogos clínicos en Atención Primaria, la creación de la categoría de especialista en Enfermería de salud mental y el aumento de los mismos,... el colectivo de profesionales de ámbito social, como los Monitores, han comenzado una campaña para el reconocimiento de su profesionalización con la creación de la categoría de Técnico Superior en Integración Social así como la reivindicación histórica de aumento del número de Monitores en los distintos dispositivos comunitarios para la atención de la salud mental en Andalucía: Comunidades Terapéuticas, Unidades de Salud Mental Infantojuveniles, Hospitales de Día, Unidades de Agudo y Unidades de Rehabilitación.
Indiscutiblemente, la suma que supone la introducción de psicólogos, la especialización de la enfermería, el aumento de contratación y especialización de monitores, redundará proporcionalmente en el aumento de la calidad y la excelencia en la atención comunitaria de la salud mental de los andaluces. Así pues, pongámonos en marcha, hoy mejor que mañana.
KepaKé.
1 comentario:
Cabe destacar la mejora en el trato a los enfermos psiquiátricos en los últimos años debido a las diferentes reformas por la integración de los enfermos mentales. La crisis económica ha obstaculizado este logro.De este modo ha habido una descompensación en el cumplimiento de tares con una sobresaturación. La reivindicación de los monitorios como técnicos superiores en integración social dan cabida también.Todo redundará en una mejora dela situación actual.
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