Tus besos escuecen en la distancia.
Hoy la luna no cae a nuestros pies,
el sol no une nuestras manos,
ya no conversamos
de cosas sencillas, mágicas,
pronunciadas por tu boca.
He degustado el sabor
de tus labios junto a los míos,
como dos faros, que se encuentran
en la tempestad,
que guían los navíos
por los senderos de la mar.
Tus besos recuerdan
aquellos días olvidados
donde nuestro abrazo
protegía nuestros cuerpos
de las tormentas que devastaban
la rutina con truenos ensordecedores
que rizan la tranquilidad de el mar
para convertirlo en furiosos oleajes
que sacuden los cimientos mas
profundos del océano,
desarmando la vida
que bajo su caudal convive.
Tus besos despiertan en mi memoria
cadenas de hierros forjados,
sombría oscuridad,
noches interminables
que no ceden al amanecer
intentando mantener
un protagonismo absoluto.
Tus besos me remontan al pasado,
donde compartíamos caminos
franqueados por arboledas
y el sol de primavera
que cae sobre tus ojos
se hacían tan luminosos
que rivalizaban con él,
enfrentándose por el liderazgo.
Ahora, solo en mi habitación,
aferrado a tus recuerdos,
sobrevivo a las noches,
perdido en un mar de soledad,
contando las horas que faltan
para que acabe la nada,
confundiendo la sinrazón con amor,
intentando hacer correr
las manecillas del reloj,
insoportablemente lento,
lejos tu cuerpo del mio,
tumba de silencio
que el olvido se encarga de alejar.
Ignacio Pérez Jiménez.
1 comentario:
Preciosa poesí, Ignacio. Enhorabuena y no dejes de escribir. Un fuerte abrazo desde Calatayud.
Publicar un comentario