Está el mundo tan
suavecito, tan flojito, que hasta
los animales en apariencia más fieros blandean de mala manera.
Eso, al menos, es lo que le ha pasado a un tigre del zoológico de
Kiev, que, aparentemente, sufrió
un agudo ataque de pánico
después de que un hombre borracho se saltara las medidas
de seguridad para
entrar en su jaula y abrazarlo. ¿Miedo
a un borracho? ¿Un tigre? Esto
no es lo que nos han enseñado los documentales Wild
life de National
Geographic.
¡Qué decepción de fauna,
de verdad!
Bien es
verdad que la
historia tiene algunos recovecos que
dan pie para que el animalito, de nombreMalysh,
se llevara un susto, pero me parece exagerado el estado de ansiedad
en el que entró tras el incidente, que aconteció de la siguiente
manera. El borracho, en un
alarde de estupidez
propia de aquellos que se han pasado con las copas -me imagino la
clásica conversación etílica que acaba con un amigo retando
a otro al grito de ¡no hay huevos!-, escaló la reja que separa a
Malysh de sus visitantes y se dio un soberano hostión, que no fue
óbice para que tuviera el arrojo de acercarse al tigre y propinarle
un abrazo. El animalito, en principio, sujetó fuertemente a su
inesperado visitante (ya hay que tener ganas, porque debería de
apestar a vodka) y éste, para zafarse, sacó
como pudo una pistola y disparó al aire.
Tras
el tiro, el
hombre fue detenido y trasladado a un hospital,
donde recibió atención médica. A mí, personalmente, me gustaría
que además de los cuidados médicos también hubiera recibido un par
de bofetones, pero eso no lo sabemos… El caballero, seguramente, se
encuentra ahora tan pancho, vacilando de ir sobrado de testiculina
por su ‘hazaña’.
Peor
le fue a Malysh. Según uno de los trabajadores del zoo, como
consecuencia del incidente, el felino lleva varios días
conmocionado. “Sufrió
un ataque de ansiedad y miedo y durante horas permaneció acurrucado
en un rincón de su jaula, rehuyendo cualquier tipo de contacto”.
El mismo empleado asegura que Malysh suele ser muy afable con los
humanos y que le va a costar un tiempo recuperarse del susto. Es lo
que tienen los animales en cautividad, que se ablandan tanto que no
son capaces de poner a los intrusos en su sitio. Y, encima, se
asustan. ¡Ay, National Geographic, cuánto nos has engañado!
La redacción del blog.
Extraído de 20 Minutos.
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