ya se oyen sus pisadas desde la distancia,
tejiendo alegres
colores
allí por donde avanza,
allí por donde avanza,
arrancándole
sonrisas a las rosas
que aguardaron en silencio su llegada,
disfrazando el verde bosque,
acicalándolo para ser la anfitriona perfecta
que a los corazones
enamora y alegra.
Se levantó la mañana desprendida
de
las ataduras oscuras de la noche.
dispuesto a cantar su alegre
repertorio de sonatas estivales
al sabio y callado bosque,
repertorio de sonatas estivales
al sabio y callado bosque,
junto
a su voz cantarina hecha de agua
bailaran con la melodía las hadas
divinas,
una a la otra cogidas de la mano,
cambiando
su vestuario de invierno
por los cálidos ropajes de la
primavera.
que permaneció inalterable en invierno,
se
extendió el verdor por la planicie
pintando de verde las llanuras y
los montes
como un pintor coge de su paleta
tonalidades de fiesta luminosa,
devolviendo la vida en un instante
a la pálida blancura de la nieve.
y los lirios de su letargo
subterráneo,
cantando saetas que se
van
diluyendo en el aire.
diluyendo en el aire.
Ya
no lloran las flores en suelo.
Ya
no siente el frío entrar
por todos sus sentidos,
por todos sus sentidos,
estremeciendo su abrigado cuerpo,
susurrando brisas que
hablan caricias,
que pasan frenéticas sobre tu piel.
Ignacio Pérez Jiménez.
Colabora Manuel y Rafa.
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