
O
quizás sea tu propio semblante el que irradia esa luz mágica y
espectral, casi fantasmagórica, con la que se suele adornar la
noche.

Tienes
la cabeza sobre el suelo. Tus pequeños movimientos ya no son gestos,
son astros que rotan en el Universo siguiendo algún dictado viejo y
mágico. Planetas que marcan el compás siguiendo mecanismos precisos
e iguales como velas que parten de estrellas inmortales.

Hay
algo primaveral en ti que es un océano de alegría. No consigo
vislumbrar tu desdicha. Sera que bajo la luz de la luna, en un sueño
tan placido no existen los sueños con fantasmas sino las estelas
que van dejando las estrellas antes de que vuelva el amanecer.
Cuando
despiertes, no tientes la oscuridad buscando la siguiente salida,
no sea que te extravíes con la repetición de los árboles, que
ayudan a desenredar la bruma con paciencia infinita. Espera hasta que
llegue el amanecer, que te saludara con su efusivo sol y te guiara el
camino por senderos resplandecientes, que es lo más justo que puede
ocurrir. Sigue caminando princesa, hasta que llegues a rozar el
límite de tus propios sueños. Por favor, sin miedo. Que mi mano
esta para ayudarte si es preciso, esperando la dulce recompensa de
tus besos dulces de vapor húmedo y melocotones dulces.
Ignacio Pérez Jiménez.
1 comentario:
Bastante profundo, la verdad es que está muy bien, por que el amor no entiende ni de barreras, ni de distancia, solo de sentimientos, y eso es lo bonito, es como una mar infinito, es como el universo...
Un saludo cordial.
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