jueves, 7 de junio de 2012

LA GENTE DEL PUEBLO. FINAL

Al parecer, a Betty White le sucedió lo mismo que al senador. Desapareció durante unos pocos días y después regreso con una expresión estupefacta y una debilidad física tremenda. 

-Se comenta que al Otro Lado existe una Mujer Siniestra, cuya intencion es atraer con su voz a ciertas personas, para que puedan ser testigos de su espantoso rostro y al llevarse tal impresión quedan  en un estado de desconcierto emocional difícil de superar, para acabar vagando semiconscientes. Las quemaduras también son provocadas por ella, un obsequio por la visita. Sus victimas deben soportar el dolor que eso produce. Pero lo mas perjudical de todo es que la maldad de esa Siniestra Mujer  va extendiendose hasta superar los limites que comprenden el Otro Lado. Otra factor bastante negativo es que...- quedó interrumpido.

Se oyó otra canción de los Stones: "Jumpin´ Jack Flash" y en ese momento sonó un reloj de pared que señalaba que eran las seis de la tarde. Entonces, inesperadamente, Meyers se abalanzó a la periodista y la abrazo, en un gesto que parecía querer protegerla de algún peligro desconocido para ella. Y así fue. 

Sin explicación, sus cuerpos se redujeron hasta convertirse en diminutos. Todos los muebles parecían gigantescos. El techo, inalcanzable como un cielo. Corrieron a refugiarse en una jaula próxima para pájaros que, inexplicablemente, estaba llena de personas. Melissa sentia su corazón  latir  desenfrenadamente mientras le dominaba el miedo.

-Se me olvido decirte que la "señora" tiene este poder- comentó Meyers. 

Apenas había espacio para moverse. Se encontraron con una niña  que se aferraba a su muñeca con las cuencas de los ojos vacias y la cara resquebrajada. Sentado al lado había un niño de la misma edad con una pierna herida. 

Meyers se colocó en un lugar visible para la multitud y grito:

-¡¡No tenemos porque resignarnos!!. Podemos escapar. Dejan la jaula entreabierta porque no creen que tengamos  valentía suficiente para salir y huir. Así se burlan de nosotros. Pero esa creencia es precisamente nuestra oportunidad para escapar de aquí. ¡¡Adelante!!.-

Pero no obtuvo ninguna reacción. Todos permanecían en silencio, aborregados. Nadie creía que siendo tan minusculos y vulnerables pudieran salir de una situación tan comprometida.


-¡¡Yo si quiero!!- gritó Melissa. Solo una persona valiente y poderosa podía pronunciar esas palabras. Meyers tenía la iniciativa de escapar y Melissa habia demostrado que era digna de ello. Creía en sus palabras. 

Volvieron a empujar la puerta. Ahora, esta se resistía mas. Interesaba que tuvieran dificultades para salir. Ambos hicieron acopio de todas sus fuerzas y en un tremendo esfuerzo lograron abrirla. 

El Bar parecía otro mundo, un mundo de gigantes. Llegaron al pasillo donde los borrachos, desorientados, intentaban encontrar la salida, quedando un poco cómicos con sus constantes balanceos.

Recorrer el pasillo era una tarea dificultosa. Si antes se atravesaba  con apenas doce pasos, ahora necesitaban por lo menos trescientos. Pero gracias a su empeño lo consiguieron. 

Cruzaron la carretera. Un automovil se acercaba con un ruido ensordecedor y a gran velocidad. No disponían de suficiente tiempo para retroceder, a menos que sus pasos fueran propulsados por un cohete. El estruendo era tan fuerte como aquel cuatro de Julio donde un cretino lanzo mil petardos al mismo tiempo. Pasó sobre ellos como una exhalación y su sombra los cubrió por dos segundos. Estaban muertos de miedo. 

El calor del asfalto quemaba sus pies. Ante ellos se abría una extensión de gigantescas plantas. Si se adentraban por allí sería mas dificil que los descubrieran. Ademas tenían que salir del territorio de influencia de esa Mujer Siniestra. 

Avanzaron. Era difícil. Por fortuna, las plantas eran fáciles de apartar y, por ahora,  no se habían encontrado  ningún animal. Debían estar protegiendose del sol en sus escondrijos. De fondo se escuchaba el ruido amenazante de las chicharras. 


La Mujer, surgió sobrevolando la zona montada en una sencilla y deteriorada escoba. Se rió de ellos descaradamente mientras volaba  de lado a lado.Y se marcho con la misma risa haciéndose cada vez menos audible a medida que se alejaba.

Continuaron con su trayecto cuando se encontraron con un grupo de seres, desnudos, desprovistos de sexo, con coderas y rodilleras colocadas en los codos y los brazos, a los cuales les acompañaba una babosa que servía de transporte a uno de ellos. Portaban unas armas alargadas de gran longitud y llevaban una especie de casco. Parecía un grupo militar. Se detuvieron.

-Hola, necesitáis esto. Tomad- dijo uno de ellos  mientras le ofrecía una cantimplora a Melissa justo antes de desfallecer. 

-Gracias- contesto Meyers. 

-Veo que necesitáis ayuda. Seguid avanzando en direccion noroeste con estas muletas que os proporcionaran fuerza  durante el recorrido y en media hora recuperareis vuestro tamaño normal- explicó el extraño ser. 

Al escuchar esto último Melissa y Meyers sintieron el enorme impulso de  estrecharlos en sus brazos en un gesto de agradecimiento pero su raro aspecto les hacia desconfiar. Eran tan distintos...

-Nunca tendré palabras suficientes para agradeceros vuestra ayuda. Les estaremos eternamente agradecidos.- comentó Meyers

Tras otro agotador recorrido, donde vieron una inofensiva mariposa posarse sobre una roca transmitiendo grandes dosis de vida, llegaron al punto señalado y recuperaron su altura original. Se abrazaron alegremente, felices, llenos de afecto. Por fin se libraron de aquella horrenda pesadilla vivida,  y se juraron mutuamente no regresar al pueblo jamás bajo ningún concepto. 


El Otro Lado, ese lugar siniestro, había vencido.


Finalmente, Melissa convenció a la editorial para no publicar tan estrambótica historia. ¿Quién, en su sano juicio, la creería?.


Ignacio Perez Jiménez.



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