En la actualidad se observa como existen profesiones que sólo pueden ser propias de un sistema socio-económico devorador, y quiero enfatizarlo: devorador del ser humano.
Siempre me ha llamado la atención especialidades como por ejemplo el Neuromarketing, que es, sucintamente, la aplicación de las neurociencias a la investigación de mercados y técnicas de venta.
En una conferencia escuche una frase que aislada o integrada en un contexto adecuado es igualmente terrorífica: "esto se trata de vender". De verdad ¿ha habido alguna vez dinero suficiente en la galaxia para comprar todo lo que se oferta?. Y lo que no se vende ¿se deshecha?, porque es muy necesario para mucha gente.
Entiendo que todo esto es una obviedad y que estoy escribiendo perogrulladas, pero me baso en experiencias personales, en las que viví como se impone un estilo de vida insufrible por las empresas mercantiles y las escuelas de negocio, así como por las organizaciones que atienden la empleabilidad, por nombrar algunos ejemplos. Digo que se impone porque es necesario hacerlo así para, insidiosamente, justificar un sistema social, económico e institucional que me atrevo a calificar de antropófago, y también digo que este sistema nos somete en el sentido de que es incuestionable y toda manifestación que lo ponga en duda o lo desautorice es castigada de forma automática de un modo severo.
Recuerdo una clase de Historia en la que el maestro contó como un molinero de la Edad Media criticó negativamente el régimen establecido, lo torturaron y cuanto más lo hacían más alto gritaba el molinero la verdad. Este es un ejemplo de un intelectual verdadero.
Ojalá las pensadoras y pensadores contemporáneos griten más alto que el estruendo ensordecedor de los medios de masas y se oigan sus alternativas a esta existencia consumista por la que somos devorados.
José María.
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