martes, 28 de julio de 2015

UNA VIDA. ¿TÚ QUE ELIGES?.

Nací pétalo de una rosa de un jardín frondoso lleno de  flores de distintos colores y texturas. Allí soñaba con mis unicornios voladores, mariposas, hadas llenas de amor,... Al poco me percaté que había dos pétalos como yo en le misma rosa. Compartíamos cosas y nos divertíamos con los pétalos vecinos.

Durante un tiempo me sentí segura, protegida y arropada. Pero al poco, advertí que la flor se abría y pese hacerse más hermosa,  me encontraba más sola, desamparada y débil, ya que los pétalos se acaban secando y despegando de su flor madre. Esto mismo sucedía al resto de flores. Los más precavidos se bajaban para evitar la caída por el tallo lleno de púas y, además, como las ramas estaban entrelazadas, había una mayor dificultad. Me resistía a abandonar la flor que tanta seguridad y calma me había proporcionado. Tardé en darme cuenta de que yo también caería pese a mis esfuerzos y equilibrios por no hacerlo.

Y llegó el momento... en el que tuve que hacer como los demás: marinear por el enredado y difícil rosal antes de que se secara y marchitara. Probé hacerlo a mi manera, pero no hacía más que resbalarme y pincharme. Mientras contemplaba cómo los demás conseguían soportar el dolor de las espinas y escapar, yo sólo lograba tropezar y clavármelas una y otra vez sin avanzar. Aún me cuestiono: ¿Cómo hacen ellos  y qué tengo yo de diferente?.

Mis compañeros están descendiendo por el tallo luchando, hincándose espinas o buscando otros caminos, al igual que los de las flores contiguas, pese a que ellos también sienten dolor...SIGUEN. Intento averiguar cómo ellos soportan el dolor más que yo.

Los pétalos caen transformándose en alimento de nuevas flores. Hay momentos de tristeza cuando otros pétalos caen al suelo desapareciendo, sabiendo que  no los vamos a ver más.

Nosotros estamos aquí; unos riéndonos, otros llorando por las heridas, buscando nuevos caminos para bajar el tallo de la forma menos dolorosa.

En fin, lo que nos queda es esto: o "marchitarnos" en un pequeño cobijo sombreado donde, al final, acabará llegando el sol o "seguir descendiendo" hasta alcanzar el suelo donde todos acabamos para volver a ser la tierra de la que una vez formamos parte.

Baromi.

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