En estos días de julio en nuestra ciudad estamos padeciendo la segunda ola de calor en lo que llevamos de verano. Las temperaturas suben de día hasta los 40-42 grados y por las noches la ciudad no le da tiempo de enfriar lo suficiente así que los grados no bajan más de 6-7, el calor se hace insoportable y sufrimos sus consecuencias.
El calor es una de las preocupaciones más importantes de estos meses de verano. Nos hace sudar y nos perjudica ya que no podemos dormir bien y de esta forma se resiente la concentración, la atención, aumenta el cansancio, enlentece nuestros movimientos,... y a pesar de hidratarnos bien no tenemos alivio, la solución es pegarnos al ventilador y al aire acondicionado. Nos ha tocado aguantarnos, esto no es sano pero es lo que hay, esperemos que bajen las temperaturas.
Es la primera vez que me ocurre que no puedo conciliar el sueño por el calor, no lograba dormirme tras una tarde muy calurosa en la que tampoco pude salir a correr tras una reunión en Cáritas (con quienes colaboro), además en la cena comí más de lo que estoy acostumbrado, me encontraba con mucho malestar físico, gases en el estomago,... empece a entender lo que es pasar una mala noche por el calor ya que nunca he tenido problemas para dormir. Esto me lleva a pensar que ante las inclemencias del tiempo muchos nos adaptamos mal a estas situaciones (me hago mayor y cada vez valgo menos), pero a la vez admiro la capacidad de otros que sufren continuamente catástrofes climáticas y vuelven a levantarse día a día.
Lorenzo y Enrique H.
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