A la sombra de un árbol
escribí un corazón
en el que aparecía tu nombre
y el mio no.
Ya hace tiempo que siegue allí,
y yo acordándome de ti.
El árbol tiene su madurez y fruto da,
el fruto prohibido que me distes a probar.
Eran frutos venenosos
los que una tarde me diste.
Que aun sigo con el despiste y triste
¡sí me querías de verdad!.
Porque si no es así, loco voy a acabar
y a la sombra de aquel árbol
me vayan a enterrar.
Porque mi corazón sigue latiendo
por un amor de verdad.
Manuel Armentero.
Colabora: Nacho.
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