martes, 31 de enero de 2012

UN SIMBOLO PARA LA PAZ.

Sadako Sasaki

Monumento a Sadako Sasaki en Hiroshima
(primer blanco civil de las bombas atómicas estadounidenses),
rodeado por grullas de papel.
Hace unos días, mi hija mayor, que tiene 14 años, a raíz de la celebración en su instituto del Día de la Paz, me contó una bonita historia. Estaban realizando en papirofléxia mil grullas que colgarían por todo el recinto. La llamó la Leyenda de las Mil Grullas, fuí escuchándola con mucha atención y su narración llegó a conmoverme de tal forma que he tomado la desición, compartida con mi grupo de redactores, de ponerla en común con todos vosotros. Esta es la historia de Sadako Sasaki:



(7 de enero de 194325 de octubre de 1955) fue una joven que vivió cerca del puente Misasa en Hiroshima (Japón). El 6 de agosto de 1945, cuando Sadako sólo tenía tan solo dos años, Estados Unidos hizo estallar dos bombas atómicas sobre la población civil. En el momento de la explosión, ella estaba en su casa ubicada a tan solo 1,5 km de la zona cero de la deflagración. Nueve años después, Sadako creció como una niña fuerte, atlética y con mucha energía. Un día, mientras corría en una maratón, empezó a sentirse mal y cayó al suelo. Posteriormente fue diagnosticada con la leucemia, conocida como «enfermedad de la bomba A».

Su mejor amiga, Chizuko Hamamoto, le recordó una vieja tradición sobre alguien que realizó mil grullas en forma de figuras de papel (origami) y gracias a ello los dioses le concedieron un deseo. Con sus propias manos, Chizuko le regaló la primera grulla que realizó en papel dorado y le dijo: «Aquí tienes tu primera grulla». Sadako tenía la esperanza de que los dioses le concedieran el deseo de volver a correr de nuevo. Al poco tiempo de empezar su tarea conoció a un niño que le quedaba muy poco tiempo de vida por la misma causa, la leucemia, le animó a que hiciera lo mismo que ella con las grullas pero el niño respondió: «Sé que moriré esta noche».

Niños japoneses le dedican un homenaje
a Sadako realizando grullas de papel.
Sadako pensó que no sería justo pedir la curación sólo para ella, y pidió que el esfuerzo que iba a hacer sirviera para traer la paz y la curación a todas las víctimas del mundo.
Con el papel de los botes medicinales y otros que iba encontrando llegó a completar 644 grullas de papel. El avance de la enfermedad impidió que acabase de realizar la tarea, muriendo el 25 de octubre de 1955 (a los 12 años de edad) tras 14 meses de ingreso en el hospital. Sus compañeros de escuela, después de su fallecimiento, llegaron a completar las mil grullas.

Cada día llegan al monumento
 nuevas grullas realizadas por escolares
 de todo el mundo,
 con la esperanza de conseguir la paz.
Los compañeros de escuela y amistades pensaron dedicarle un monumento donde se representaría a Sadako sosteniendo una grulla dorada en su mano, también dedicada a todos los niños que murieron a causa de las dos bombas atómicas.

Y por fin, en el Parque de la Paz de Hiroshima fue construida la estatua dedicada a Sadako en 1958, en la base está escrito «Este es nuestro grito, esta es nuestra plegaria: paz en el mundo». La historia fue tan impactante que trascendió los límites de Japón, convirtiéndose en un referente mundial de los movimientos pacifistas.

Texto extraído de Wikipedia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Uufffff!!!!!!!!!!!!!! s m an puesto los pelos de punta!!!!!!!!!!!!!

Blog Unidad Rehabilitación Salud Mental Hospital Macarena dijo...

Las guerras y la violencia lo unico que traen consigo son desgracias y mas desgracias. Cuando una enfermedad grabe llama a nuestra puerta nos agarramos a un clavo ardiendo para superarla. Por desgracia las grullas no fueron la solución. ¿Que hubiera pasado si hubiera hecho las mil? Nunca lo sabremos.

Anónimo dijo...

Esta historia es conmovedora de verdad. Triste al principio pero llena de esperanza al final para la gente que quiere la paz.

Anónimo dijo...

Los japoneses son para mí la gente más respetuosa y noble que hay hace poco con lo del tsunami otros hubierán aprovechado y saqueado las tiendas ellos todo lo contrario sólo hay que ver el respeto al arte de nuestro pais que tienen les encanta Gaudí y nunca la lían.Juanma Cuesta

Anónimo dijo...

Una historia conmovedora pero a su vez muy esperanzadora.
Es increible la fuerza que todos tenemos dentro de nosotros mismo,por eso es el momento de armarnos de valor y luchar por lo que verdaderamente queremos conseguir
Aghata