Al
final, se reconoce lo obvio: Dylan es sus canciones. Una de sus
grandes aportaciones fue volver a unir la poesía exigente y la
música. Como había sucedido con toda naturalidad a través del
tiempo, desde Grecia a losMinnesänger y
los juglares o a través de las culturas, prácticamente todas. Y es
que lo que ha distinguido tradicionalmente la prosa de la poesía ha
sido el ritmo. El ritmo desarrolla cadencias y las cadencias y
situaciones se aprovechan y acentúan, bien mediante la dinámica de
una coreografía teatral o con el apoyo de música. O ambas. Eso por
no mencionar cómo unir una historia a una música, desde los bardos
celtas hasta nuestros días, ha sido una estrategia mnemotécnica muy
común para recordar historias/datos.
Esta
unión, tampoco obligada, comenzó a resquebrajarse sobre todo en el
Renacimiento y sufrió una quiebra profunda cuando G.E. Lessing
escribióLaocoonte en
1766. En él y a grandes rasgos, proponía la pureza y separación de
las Artes. Una visión muy ilustrada. Así nació la alta poesía sin
música que conocemos, aunque muchos poetas de los dos últimos
siglos fueran música escrita. Puede pensarse en Yeats, Nicolás
Guillén o el innumerables veces musicado futurista catalán Salvat
Pappaseit. Por mostrar tres botones.
Es
decir, el Nobel de Dylan no lo es a un poeta sino a un trovador. Es
cierto que Dylan se inspiró tanto en John Steinbeck como en Henry
Miller o la generación Beat, además de clásicos coronados de
laurel. Pero también de cantantes para el pueblo como Woody Guthrie
o Robert Johnson. Y es la actitud de estos la que le condujo a
un never-ending
tour más
que a estar apoltronado en el sillón de cualquier academia. Lo que
hace este premio es devolver la poesía a donde solía. Aunque no
haya sido esa la intención de Estocolmo.
Dentro
de este marco literario, la obra de Dylan es increíblemente diversa.
Himnos de protesta, crónicas de situación, canciones de amor y
mucho desamor, confesiones religiosas, reflexiones íntimas... En
Dylan hay de todo, desde lo más esotérico al más esotérico. El
que cuenta en muy mal tono un amor despechado(Just
like a woman)
o el que hace una crónica cinematográfica brutal sobre un boxeador
negro acusado de triple asesinato ( Hurricane).
Dylan
es en cierta forma la enciclopedia viviente de los tiempos que le ha
tocado vivir. Unos tiempos que no se plasman en libros, sino en
discos. Unos tiempos que ven la recreación permanente de una música
evolucionando de forma orgánica junto a las letras. Hay Dylans
airados, Dylans sentimentales, Dylans reflexivos, Dylans cronistas y
todos ellos expresados en épocas y canciones. Que cambian aún más,
hasta resultar difíciles de identificar, cuando se planta en el
escenario ante su público.
Dylan
ha sido escogido por la Academia y eso es bueno para la Academia. Al
menos reconocen que la voz de una era igual no está entre sus
paredes.
La redacción del blog. Extraído de eldiario.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario