A casi dos décadas
de finalizar el siglo XV, el año 1479 marcó un hito en la historia real de
España. Fernando el Católico era coronado rey de Aragón y al mismo tiempo
nacía su hija con Isabel de Castilla, Juana I de Castilla, que sería recordada
en los libros de historia como Juana la Loca.
El reinado de
Juana I de Castilla junto a su esposo Felipe el Hermoso comenzó en 1504 pero se
vio truncado ese mismo año por el fallecimiento de su marido, que hizo explotar a Juana en un delirio paranoide
que la llevó a desenterrar el cadáver de su marido ya embalsamado e iniciar una
fúnebre procesión por el Reino de Castilla en la que viajó únicamente de noche,
pues decía que "una mujer honesta, después de haber perdido a su marido,
que es su sol, debe huir de la luz del día", según los relatos de sus
cortesanos.
Juana viajó por
Burgos, Tordesillas y Horquemada, impasible a la peste negra que se había
declarado en Castilla. En su fantasmagórica procesión a través de un reino
asolado por la epidemia, la reina causó pavor en la población del reino que
comenzó a apodarla con su famoso epíteto. Cuatro años después de la muerte del
Rey Felipe el Hermoso, en 1509, Fernando el Católico aprovechó la situación
para asumir el control del trono y encerrar a Juana en Tordesillas, donde
permaneció hasta su muerte en 1555.
En
la actualidad, historiadores y psiquiatras han analizado el caso de Juana desde
ambas perspectivas, intentando una solución al enigma de si la reina padecía
efectivamente una enfermedad mental o había sido víctima de intrigas por parte
de los aspirantes al trono de su tiempo.
Por un lado
existe la teoría de que de ningún modo Juana padecía una enfermedad mental,
si no que fue víctima de los intereses de su padre Fernando, quien al
encerrarla convirtió un caso de enajenación transitoria -la peregrinación
fúnebre- en un trastorno crónico. Otra interpretación atribuye el estado mental
de la reina a las continuas infidelidades de Felipe el Hermoso, que magnificaron
los celos de Juana hasta enloquecerla.
Sin embargo la
visión más plausible la ofrece el psiquiatra Luis Mínguez, que ha estudiado
el marco psiquiátrico de Juana la Loca en su Psicobiografía de Doña Juana I
de Castilla y Aragón y que concluye que la reina sufría de una psicosis que
se acrecentó en los momentos turbulentos de su vida, sin olvidar que la
condición de Juana fue una oportunidad que Fernando el Católico supo aprovechar
para recuperar el trono.
La respuesta a la
pregunta de si Juana padeció una enfermedad mental o si fue víctima de intrigas
palaciegas es que ambas teorías se complementan, haciendo de la historia
de Juana la Loca una de las más intrigantes de la historia real europea.
La redacción del blog.
Extraído del diario Publico.es
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