Semana de salidas rocieras. Semana de fervor desbordante. Semana de reflexión y oración. Semana de celebración exacerbada. Semana de ostentación. ¿Semana de cachondeo generalizado?.
De los que hoy estamos aquí, ninguno ha realizado el camino o peregrinado a la aldea del Rocío, y tenemos un gran desconocimiento del funcionamiento interno y de lo que supone este hito mariano en la geografía andaluza y española. Seguramente pecaremos de ignorantes, pero nadie nos puede quitar la oportunidad de opinar sobre lo que vemos desde fuera.
El Rocío mueve mucho, mueve muchas personas y mueve mucho dinero. Son multitud de hermandades las que realizan la peregrinación como guinda de un año dedicado a la preparación de dicho evento. Entendemos que mucha gente lo realiza influenciadas por su "Fe", pero en los medios de comunicación lo que más destaca es la celebración jolgórica de esta "Fiesta", dando una imagen de la que muchos querrían desprenderse pero que no consiguen. 
Seguramente, la celebración desmesurada, tapa una celebración de verdadera fe hacia la imagen de la virgen. Los que lo vemos desde fuera observamos una "falsa hermandad", casi todo está permitido, casi todo es extraordinario, casi todo rebasa la normalidad. Pero en definitiva, que cada uno lo celebre como le venga en gana.
Muchas personas se pasan el año ahorrando para poder asistir, incluso alguna que otra solicita un préstamo para poder hacer frente a los gastos de esos días. Bien es verdad que van pertrechados de todas las viandas que se suponen que van a consumir y la repercusión económica en los pueblos por los que pasan antes de llegar a la aldea, es mínima. Pero en fin, cada uno se gasta el dinero en lo que quiere.
A veces, nosotros que no vamos, nos podemos sentir algo avergonzados de ser creyentes en estas celebraciones, ya que en estos momentos de grave crisis económica, cuando hasta la Defensora del Pueblo ha solicitado que en la ciudad de Ceuta se abran los colegios este verano para poder proporcionar una comida decente al día para los niños en riesgos de exclusión y pobreza, haya un evento de estas características en las que el derroche es desproporcionado. Desde aquí abogamos por la moderación y seriedad, acorde a los paradigmas de la iglesia. O, ¿no?.
Marisa, Lorenzo, Enrique y Fernando.
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