Por la claridad de tus
ojos puedo vislumbrar mundos nuevos, navegar en barcas ficticias en océanos inmensos, ver que el mundo se desborda de alegría
y que la mañana derrota a la noche por muy siniestra que
haya sido.
La blancura de tu piel ilumina nuestro universo, testimonio que demuestra la existencia de la
belleza, que triunfa sobre las
fealdades que deambulan por el mundo. Lo hermoso
prevalece aunque oscuros nubarrones llenen el cielo.
Pero me da miedo la
oscuridad de la noche, ahogarme entre sus brazos agónicos e
hirientes. Me he acostumbrado a tu claridad y cuando las
tinieblas la hacen desvanecer, me entra pena porque ya no veo tus ojos, ni tu piel, ni el alivio de tu
cuerpo, será porque estarás lejos de mí y pensaré que estas en
otro lado del mundo, a una distancia insalvable donde ni siquiera
llegan mis besos, kilómetros y kilómetros de
distancia.
Será que en tu ausencia
las noches ciegan tu rostro, que tu brillo de estrella se apaga, quizás por estar dormida y les has prestado tu brillo, será que te elevas hasta la luna cada noche y no puedo
alcanzarte. ¿Cuantas cosas hacen que esta noche
sea solitaria?.
Será que te vas a habitar
a mundos que no conozco, será que perteneces a un país de hadas que
alumbran contigo serenos cauces de ríos, será que tengo que
descifrar mensajes secretos entrelazados en el aire para comprenderlo
todo, será que te disfrazas de ninfa y vas a adornar el sueño de
los niños dormidos, será que la noche no permite tu hermosura
porque envidia no poseer tu claridad…
Contigo los terremotos y los maremotos no son tan crueles,
que la muerte no es el final inevitable de algo, que la primavera y
el verano se despiden con sus besos cálidos para dejar otros más fríos. Contigo creo en la belleza de tu cuerpo y
tu mirada atrapada en el lienzo de un pintor y en su paleta de colores.
Busco algo más que un amanecer, ver la esperanza de
tu belleza haciendo este mundo más justo, ver tus ojos encendidos
de nuevo junto a los míos, acariciar tu piel blanca,
recorrer los rincones de tu cuerpo sellando nuestra cercanía. Silencio, único testigo de nuestros besos.
Ignacio Pérez Jiménez.
Colaboran: Inmaculada, Pepín y Rafa.
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