Puedo estar contigo en
cualquier parte. Puedo estar justo aquí, a tu lado, o puedo estar muy
lejos, y sin embargo allí, donde estés, puedo estar contigo.
No importa la distancia
que suponen las calles, ni el límite del tiempo. No importa si está nublado o soleado, sí es de día o de noche. Siempre, en
cualquier momento, puedo alcanzar tu cuerpo y acariciarlo.
Siempre dispuesto,
en la calma de un atardecer o en el despertar de la mañana, a ser tu
bálsamo, la poción que cicatriza tus heridas, aliviadas con el sabor
de mis besos enamorados.
Cambian nuestros besos, hoy más dulces que los de ayer. Tus labios quedan impresos en mi boca. Rastro furtivo que permanecerá en la niebla. Corazón trazado en el aire, robusto como un árbol pese a la fragilidad de sus líneas, siempre aquí y allí.
Nunca será demasiado
tarde, ni demasiado pronto. Siempre será el tiempo preciso, el momento en que los brazos están dispuestos a rodear nuestros cuerpos, el momento en que, solos uno, contemplamos la caída del sol, lento, apaciguado, como una muerte que renace en cada amanecer, cuando tu figura vuelve a encumbrarse en el cielo.
Ignacio Pérez Jiménez.
Colaboran: Manuel, Inma, José Miguel y Rafa.
2 comentarios:
Nacho eres especial escribiendo muchos dearian lo que tu tienes un talento natural para escribir
Sensualidad en cada una de sus frases y sensibilidad en cada una de sus palabras. Muy bonito ¡Felicidades!
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