martes, 29 de abril de 2014

#SOMOSTODOSMACACOS.

Este fin de  semana hemos vuelto a "disfrutar", por decir algo, de un acto de racismo en un campo de fútbol, en concreto en el Madrigal, en el partido que disputaban el equipo local del Villarreal y el Barcelona. En un lance del partido le lanzan un plátano al jugador del Barça Dani Alves que ni corto ni perezoso, lo abre y se lo come.

El hecho ha trascendido a nivel mundial y han sido muchos lo famosos y no famosos que han expresado su apoyo a la respuesta dada por Alves y se han fotografiado con un plátano o adhiriéndose al hastag  #somostodosmacacos. La cal y arena en este bello deporte.

Este suceso pone de relieve la existencia de un racismo recalcitrante que es muy difícil de eliminar pese a todos los intentos de la FIFA y UEFA de erradicarlo de los estadios, y una de las soluciones es la expulsión de quien lo fomente. Desde nuestro punto de vista, la condena de estos actos y la expulsión de por vida de quien lo realiza puede ser parte de la solución de este problema, junto con una mejor educación ayudaría a la solución de esta cuestión. Habría que desterrar de todos los ámbitos de la vida estos actos de racismo, así como los de sexismo. 

A sabiendas de que todos venimos de distintas culturas y razas, es incomprensible que se actúe de esa manera contra personas de diferente color. Acaso, ¿no tenemos todos dos brazos, dos piernas, dos ojos, una boca, nariz y oído?. Puedes encontrar personas con un nivel cultural bajo de color banco, negro, amarillo, etc. El estatus social influye mucho en tener más higiene, más conocimiento, en fin mayores posibilidades. Consideramos que las personas valen "POR LO QUE SON", no por su color, estatura, aspecto, o situación económica.

Inma, Miriam, Fernando y Antonio Manuel.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que este problema al igual que otros como, la homosexualidad, el machismo, etc. Se deberían enfocar como hacen los radicales musulmanes o los nacionalistas que no se consideran españoles. Quiero decir con una férrea educación desde pequeño. Si educamos a nuestros hijos en la tolerancia y en el sentido de que todos somos iguales éste sería un mundo mejor. Pero que hacemos con nuestros hijos, apenas empiezan a hablar y a decir papa o mama, ya llega alguien de la familia que empieza a enseñarles palabrotas. Y cuando el niño crece y tiene conciencia de lo que son esas palabrotas, cuando las dice, las dice para insultar.