
El manuscrito, formado por 104 folios agrupados en 18 cuadernillos unidos por tiras de cuero, ha traído de cabeza a eruditos, criptógrafos y lingüistas durante siglos. Incluso expertos de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, la misma NSA implicada en el caso de espionaje de internautas y gobiernos, han intentado descifrar su contenido desde la II Guerra Mundial. Los continuos fracasos han llevado a muchos a sostener que es un galimatías sin sentido. Algunos directamente acusaron al bibliófilo y anticuario Wilfrid Voynich, que lo redescubrió en 1912, de habérselo inventado.

Pero la autenticidad de la forma sigue sin dar veracidad al contenido. Bien podría tratarse de una sofisticada invención de algún estafador. En aquellos tiempos, casi como ahora, los libros raros se pagaban muy bien. Si además, como parecen mostrar los dibujos, estaba relacionado con ciencias oscuras como la alquimia, el misterio de una lengua sólo para iniciados seguro que aumentaba el precio.
“Existen dos hipótesis básicas respecto al Manuscrito Voynich. O se trata de un texto con un contenido con significado o es una fabricación sin sentido”, dice a El HuffPost Marcelo Montemurro, de la Universidad de Manchester. Experto en el estudio de códigos neuronales, Montemurro y su colega Damián Zanette han reanalizado el texto para descubrir sus misterios.

Tras siglos de análisis y apoyados en sus ilustraciones, los expertos en este manuscrito lo dividieron en seis secciones temáticas. Dos de ellas, el Herbario y la Farmacéutica muestran imágenes de plantas muy parecidas. “Sin embargo, nunca se había notado que estas dos secciones también son similares en cuando a su estructura lingüística”, destaca el investigador. Su estudio muestra que en ambas secciones aparece una concentración de las mismas palabras clave. “Este es otro de los resultados que apunta a un carácter auténtico del texto”, añade.
Montemurro sabe que aún queda lo más difícil, descifrar el Manuscrito Voynich. No obstante, su trabajo puede contribuir a conseguirlo. Ya hay un conjunto de palabras clave que pueden servir como punto de partida. Según él, “un estudio futuro podría intentar vincular estas palabras en relación a las imágenes, tratando de establecer si existe algún patrón sistemático entre el uso de estas palabras y las imágenes en el manuscrito”.
La Redacción del blog.
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