Llevamos mucho tiempo discutiendo en nuestro entorno (familiares, vecinos, amigos, compañeros,...) sobre temas de economía (nunca antes habíamos hablado tanto sobre esto, ni sabíamos tanto como ahora) y de política, bueno más bien, de los politicos y el ejercicio de sus funciones. Y no paramos de criticar como son capaces de llevar la política hasta este grado de indignidad que estamos viviendo en la actualidad. Y que den gracias a que este país no se levante contra ellos.
Lo último indigno que hemos vivido ha sido la votación del martes en el parlamento, a cuenta de la nueva ley del Aborto, esa propuesta que recorta de forma drástica parte de la libertad de la mujer. Pues bien, hemos sufrido, una vez más, que lo más importante para los politicos es la disciplina de partido por encima de la conciencia de las personas en una cuestión tan importante como es la restricción de parte de nuestros derechos en pleno siglo XXI, haciéndonos retroceder a tiempos no muy lejanos.
La Ley sobre el aborto que tratan de imponer estos individuos es el peaje que deben pagar estos politicos a unos pocos grupos de reaccionarios de ideología ultracatólica. Es una vuelta atrás en los derechos que tanto han costado conseguir en este país por muchas mujeres y hombres, y que muchos de nosotros pensábamos que no iba haber vuelta hacia el pasado.
La catadura ético-moral de estos politicos, sean del partido que sean, deja mucho que desear, y la sociedad está huérfana de personas dignas que se dediquen a esto de lo público con honestidad y honradez, y con la personalidad suficiente para que el bien de todos sean sus objetivos principales, y con el coraje suficiente para consultar, vía referéndum, todas aquellas cuestiones importantes de este país, en la que los ciudadanos tenemos mucho que decir y sobre todo decidir.
José Antonio, Enrique, Mariló y Lorenzo.
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