miércoles, 9 de octubre de 2013

JULIO ROMERO DE TORRES. ENTRE EL MITO Y LA TRADICIÓN.


El martes de la semana pasada, los usuarios del URSM, tuvieron la oportunidad de aproximarse y conocer la obra del genial artista cordobes Julio Romero de Torres, exposición que se celebra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla desde el 26 de Septiembre hasta el 17 de Enero de 2004.

Aprovechamos la ocasión para animar a los ciudadanos a que visiten con más frecuencia las diferentes manifestaciones culturales que se organizan en la ciudad puesto que la cultura, además de ser un Bien común, ha de servir de provecho y enriquecimiento de la persona, que mostrara una de las más bellas disposiciones humanas: la sensibilidad por las Artes Humanas.

Una de las cualidades más notables de la Exposición, reside en la magnífica reproducción de las mujeres que aparecen en el lienzo. Tal es la exactitud de la pintura que parece que estuviéramos observando una fotografía, una fotografía de principios de siglos que se ha conservado su imagen a la perfección a lo largo del paso del tiempo, sin que el color sepia, tan propia de las instantáneas antiguas, haya deteriorado los colores.

Citar como nota importante que la mayoría de los personajes retratados eran mujeres, predilección por la que sentía un especial interés el autor.. Cabe también señalar la elegancia general que caracteriza las figuras y los detalles, además del adecuado uso del color, oscuro y luminoso al mismo tiempo, mostrándonos un mundo de una riqueza expresiva impresionante. A parte, hay una serie de cuadros en los que predomina el erotismo, al aparecer las figuras de mujeres desnudas o semidesnudas pero sin una tendencia excesiva a la provocación.

Julio Romero de Torres es uno de los artistas más destacados del periodo denominado como fin de siglo, y su estilo fue considerado como el máximo exponente del simbolismo andaluz. Su obra esta íntimamente relacionada con corrientes pictóricas de tono popular y folclóricas.

Su afición por la pintura quizás fue influenciada por su padre, que también ejercía de pintor y era director del Museo de Bellas Artes de Córdoba. Comenzó su aprendizaje a la temprana edad de 10 años. En el año 1895 recibió una mención honorifica además de participar en las ediciones de 1899 y 1904 donde fue premiado con la tercera medalla. Fue el principio de una trayectoria llena de reconocimientos a su labor entre los que se incluye el de la Exposición de Barcelona y en la Internacional de Múnich del año 1913.

El 10 de mayo de 1930 moría en su casa de la Plaza del Potro en Córdoba, tras sufrir una dolencia hepática.

Entre sus obras principales destacan Musa gitana, Retablo de Amor, Naranjas y Limones y la Chiquita Piconera.

Ignacio Pérez Jiménez.

No hay comentarios: