¿Qué
ocurre tras una noche de perros? Además de estar de peor humor o
sufrir problemas de concentración, entre otros probables efectos
secundarios,
gravitamos peligrosamente hacia los platos más insanos. O al menos
eso se desprende de un nuevo estudio que analiza el impacto en el
cerebro de la falta de sueño.
Hace
ya varias décadas que los
científicos comenzaron a relacionar el dormir mal con el aumento de
peso. Pero
esta investigación se centra por primera vez en los mecanismos
específicos que explican por qué nos cuesta más optar por
alimentos sanos tras una noche en vela. Cuando
no descansamos lo suficiente tenemos, entre otras cosas, más
tendencia a preferir pizzas, patatas fritas o donuts.
Los
autores del estudio, investigadores de la Universidad de California
en Berkeley, analizaron en tiempo real imágenes de los cerebros de
los participantes en diferentes momentos: tras haber pasado una mala
noche y tras haber descansado bien. Y ante platos saludables, como
ensaladas, y no tanto, como pasteles. La conclusión en resumidas
cuentas es que, cuando tenemos sueño, los llamados “centros de
recompensa” del cerebro parecen responder con mayor intensidad a
las comidas que engordan. Por otro lado, también
tomamos decisiones más impulsivas –y menos racionales– cuando
estamos adormilados.
Con
anterioridad, los estudiosos del asunto habían teorizado sobre la
posibilidad de que en un estado de somnolencia comamos más
simplemente para compensar por las calorías extra quemadas por la
noche. Pero el nuevo estudio, publicado en agosto en el diarioNature
Communications parece
mostrar que los cambios en la actividad cerebral son evidentes
incluso cuando los sujetos reciben comida extra y no sienten más
hambre de lo habitual.
Esta
investigación sigue la estela de otras que ya habían puesto sobre
la mesa los vínculos entre el aumento de peso y las noches en
blanco. Un estudio publicado en marzo, por ejemplo, mostró que la
pérdida de unas pocas horas de sueño durante varias noches seguidas
supuso entre los participantes un incremento de cerca
de un kilo.
“Los
pacientes que duermen mal en general tienden a comer más. O porque
comen de noche o porque comen más al día siguiente. Algunos
pacientes dicen que comer les ayuda a mantenerse despiertos”,
señala Juan Pareja, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital
Universitario Quirón, en Madrid.
“El
sueño cumple una misión restauradora”, señala Pareja. “En el
periodo de descanso, las neuronas se restauran, y se restablecen los
mecanismos agotados. El sueño es un factor importante de
mantenimiento de funciones cerebrales. Dormir y soñar es necesario
para el correcto mantenimiento de las funciones cerebrales”.
Esta
no es la única novedad que nos ha mantenido en vela durante el
verano. Otro
estudio elaborado
por investigadores suizos muestra
la relación entre el ciclo lunar y los ritmos del sueño, de la que ya dimos cuenta durantre el mes de agosto en este mismo blog. Relacionado
con un sinfín de acontecimientos más o menos misteriosos y fuente
inagotable de inspiración literaria, el ciclo lunar nunca ha estado
muy bien visto, por decirlo suavemente, por la comunidad científica.
Pero esto parece claro: cuando hay luna llena, dormimos menos y
peor.
Christian
Cajochen, profesor de neurociencias en la Universidad de Basel y
director de la investigación, mostró sorpresa ante el
descubrimiento. “La única explicación que se nos ocurre”,
señaló Cajochen, “es que haya una especie de reloj lunar en el
cerebro, tal y como existe en otras especies, pero no tenemos ninguna
prueba de ello”.
La redacción.
Extraído de "El País".
3 comentarios:
Qué interesante este artículo. Hemos disfrutado mucho leyéndolo. Os invitamos a pasear por nuestro blog AYUCA. Un saludo desde Calatayud, compañeros
Hola, or supuesto que visitaremos vuestro blog.
Ya estamos de vuelta con unos kilos de mas, ya vemos que no somos los únicos. Un saludo compañeros
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