A estas alturas todo el mundo ya sabe que Madrid ha vuelto a perder el tren Olímpico, ese sueño de muchos españoles por acercar los supuestos valores del olímpismo a nuestro país después del regusto que nos quedó una vez terminados los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992.
Pero que deciros de todo esto, yo no es que lo tuviese muy claro con respecto a si querer o no que se celebrasen en nuestro país, alguno me tachará de poco "patriota", pero es que con la que está cayendo por estos lares, con la impresionante crisis económica, de la que mirando el horizonte del año 2020 ya se verá si estamos saliendo de la misma, y ya no digamos el pésimo perfil de los políticos que nos representan tanto desde el punto de vista intelectual y cultural como desde el punto de vista moral, envueltos en un sin fin de casos de corrupción que han reventado el dinero público. 
Así, de esta guisa, era imposible que Madrid pudiese obtener el beneplácito del Comité Olímpico Internacional. Además algunos de los que han podido hablar ante este comité estaban faltos de una total credibilidad política y personal, y me refiero a los señores y señoras, como Rajoy, a la sazón presidente de España, incapaz de dar un discurso de cinco minutos sin mirar el papel y envuelto en uno de los mayores casos de corrupción, el caso Barcenas, que algún día tendrá que pasarle "factura", y no digamos de la señora Botella, alcaldesa de Madrid, la capital con mayor endeudamiento de sus arcas públicas, cuyo mayor merito es haber sido la mujer del expresidente Aznar, e Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid al que nadie ha elegido en las urnas ya que este ha sucedido a la anterior presidenta. Y por último, no digamos mucho de la falta de credibilidad de la Casa Real en estos momentos.
Ahora hace falta hacer un gran ejercicio de humildad, hacer una fuerte autocrítica, analizar donde se ha fallado y que hacer para que esto no vuelva a ocurrir y, es más, no ir de prepotente creyendo que esto estaba chupado y que no nos iban a eliminar.
Un poquito de humildad, por favor.
Luqca.
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