Me duelen tus besos cada vez que me acuerdo de ti. He intentado imponer fronteras a mi memoria, clavar empalizadas firmes que no permitan la entrada, vivir una vida propia, que siga ritmos diferentes al tuyo.
Me pregunto cuantos corazones asfaltados existen en el interior de los extraños, en los viandantes con los que me encuentro cada día discurriendo por las avenidas publicas.

Me lleva el aire a los pájaros que por la noche hielan las oscuras esquinas donde aparece tu nombre escrito con el dolor que dejó impronta de soledad en nuestros labios, palabras rotas que se las llevo el viento a tierras inhóspitas con la cara congestionadas por el sufrimiento.

Ignacio Pérez Jiménez.
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