miércoles, 16 de mayo de 2012

LA GENTE DEL PUEBLO. 1ª PARTE.

Melissa Foster seguía conduciendo dirección norte. Había soportado miles de horas en las carreteras. El calor resultaba ser mortificante. Era tedioso y fatigador. Pero las noches constituían un alivio. Detenía el  coche, se bajaba y escuchaba música procedente de la radio, música jazz o relajante. Además, le complacía contemplar tantas estrellas en el cielo. El campo ofrecía unas vistas nocturnas que eran imposibles de  ver en los centros urbanos.

El motivo que le había impulsado a desplazarse por la carretera era un intento de superar el difícil momento por el que pasaba su carrera profesional como periodista. Era un reto. Tras haberse percatado de que la clave del éxito de los reportajes de su revista era encontrar una temática que difiriera totalmente de las otras. Creyó oportuno dirigirse a una comarca donde se producían fenómenos extraños que le podía ofrecer aquel aspecto de inverosimilitud que tanto complacían  a los editores. En realidad se había cansado de pertenecer a la legión de periodistas que permanecían en una modesta segunda fila. Ella, como todos los demás, quería tener un protagonismo principal como el resto de actores.

Una vez llegó al pueblo, se sorprendió de las condiciones tan humildes en la que vivía la gente. Se registró en un hostal regentado por una señora obesa y corpulenta que recogía su pelo en un moño  por una cantidad de dinero inferior a la que ella misma había estimado necesaria. Comentó la razón de su llegada a la propietaria y le dijo que la mejor fuente de información que podía obtener acerca de ese tipo de casos lo podía encontrar fácilmente en el dueño de la cantina, la única cantina a miles de kilómetros de la región.

Cuando entró, se encontró con una multitud de miradas curiosas masculinas. O bien estaban pocos acostumbrados a la presencia de una mujer y eso les asombraba, o bien no admitían de buen agrado que una señorita entrara en un recinto donde predominaba la afluencia de hombres.

Melissa prefirió permanecer indiferente de aquellas miradas y se sentó en una de las mesas del estrecho pasillo mientras pedía un refresco. Para intentar pasar lo mas desapercibido posible se enfrasco en la lectura de un libro de Danieel Steel, una de sus autoras favoritas, y esperó a que apareciera el dueño que según el camarero le dijo, con cierta antipatía, se encontraba en esos momentos ausente.

Fue en aquella situación cuando Melissa recordó una de las advertencias mas repetidas por su madre. Siempre que se disponía a salir de casa para jugar, su madre se interponía firmemente entre ella y la puerta y deteniendo su precipitada e ilusionada carrera le decía: "Ten cuidado con la gente del bar. Pueden ser peligrosos". Melissa no entendía ese tipo de aclaraciones de su madre. ¿Porque motivo iba a tener una niña intereses por relacionarse con hombres malolientes y groseros que solían decir todas esas palabras malsonantes que su madre le prohibía  mencionar. A ella lo único que le podía interesar del mundo fuera de casa eran los amigos, el kiosco de golosinas, deslizarse por la cuesta de gran pendiente con unos patines, subir por aquellos robustos y hermosos arboles del bosque circundante, allí donde a horas nocturnas se escondían fantasmas y todo tipo de criaturas insospechadas... Pero con el paso del tiempo, a medida que avanzaba en edad, comprendía que aquellos hombres, tan dados al alcohol,  podían tener intenciones deshonestas. De ahí los continuos avisos de su madre. Hay gente que debido a las circunstancias que le rodean es mejor evitar el contacto.

Melissa  percibió que decayeron las miradas de los presentes. Se relajaron y reanudaron sus conversaciones y sus consumiciones, y entonces apareció el dueño entrando por la puerta. Abandonó la lectura del libro en el momento mas fascinante cuando los pretendientes iban a confesar sus sentimientos y se dirigió hacia aquel hombre, que se preparaba para atender en el mostrador.

Había oído hablar del dueño. Aunque poseía el mismo aspecto rudo que caracterizaba a su estimada clientela, le comentaron que era de actitud amable. Podía suministrarle una buena cantidad de información pero siempre había que actuar con cautela. Demasiadas preguntas podían ser molestas y decir que era una periodista podría levantar antipatías. La gente a veces no solía ver bien a los periodistas. De alguna manera, siempre trataban de meterse en los asuntos de los demás.

"Hola -se paso  con aire distraido un dedo por los rizos-. Tengo entendido que en este sitio ocurren cosas muy sospechosas, leyendas sobrenaturales. Soy antropóloga y estoy haciendo un estudio sobre la influencia de ese tipo de historias en las comunidades rurales. ¿Le importa que le pregunte sobre eso?".

El dueño sonrió ligeramente mientras dejaba que un chorro de agua  llenase un vaso sucio.

"En absoluto. Desde que comenzaron los primeros fenómenos, hace ya mas de sesenta años, solo he recibido visitas de gente que quiere saber. Si por cada visita que recibo de personas como usted me dieran una compensación económica ahora sería uno de los hombres mas ricos del mundo. Quizás debería plantearme  esa cuestión a partir de ahora. Saldría muy beneficiado. Acompáñeme, no quiero que mi clientela vuelva a escuchar las mismas historias.  Son quisquillosos y se molestan. Piensan que el pueblo debería ser más popular por otros aspectos, no solo por el hecho de los casos extraños".

Melissa se sintió agradecida de poder contar con la contribución de un hombre tan amable. Eso facilitaba mucho las cosas: su objetivo de alcanzar nuevas metas en la editorial, su aspiracion mas deseada aparte de tener un nuevo novio, después de su última y trágica ruptura.

El estrecho pasilllo conducía a una estancia circular. Diseminadas por las paredes había fotos enmarcadas y ampliadas en blanco y negro de famosos  del siglo pasado: Jimi Hendrix, Marrilyn Monroe, Jack Lemon, Groucho Marx, Jim Morrison...  


Ignacio Perez Jiménez.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha parecido muy interesante, espero que sigas el relato.
Saludos

Anónimo dijo...

Ya me has enganchado a este relato. Te animo a que lo termines lo antes posible para no tenerme intrigado durante mucho tiempo.
No esta nada mal, no señor.
Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Ahora a esperar la segunda parte. Mucho animo Nacho. Nos ha gustado muchisimo por la caracterizacion del personaje y el buen reflejo de las situaciones y ambientes. Enhorabuena. Eduardo, Mercedes y Edu Prats

Anónimo dijo...

Espero con ganas la segunda parte. Enhorabuena.